“Los terroristas quieren a mucha gente observando y a mucha gente atenta…”[1] Con esta frase se puede reconocer la intencionalidad que tienen los actores terroristas, que de un tiempo acá ya no buscan solo asesinar a cambio de cumplir con sus demandas y derrocar estados. Esta visión actual y carente de motivadores sustanciales hace que los terroristas, tal como lo recuerda Brian Michael Jenkins en su obra “International Terrorism: A New Mode of Conflict”, se inclinen por infundir un quehacer terrorista que no pierda su tendencia abusadora, avasalladora y violenta, creando en la colectividad un ambiente de inseguridad, pero que sí tome de esta realidad un nuevo elemento: la propaganda.
Los Medios de Comunicación se han vuelto en caja de resonancia de los actos terroristas, haciendo más fácil y de conocimiento del pueblo sus intenciones, creando solamente caos, miedo y desconfianza. Y es precisamente esta nueva actitud lo que pone en tela de juicio los principales axiomas del terrorismo en el ámbito internacional.
De manera más sentenciosa y castigadora, Mª José Pérez del Pozo, en Terrorismo y Medios de Comunicación[2], nos aclara la existencia de dos posicionamientos en la relación entre Medios de Comunicación y Grupos Terroristas:
La magnificación de los atentados es reprimible con una legislación restrictiva, lo que provoca, sin embargo, escaladas terroristas y atentados con mayor nivel de espectacularidad y victimización. Aquí encontramos una relación parasitaria entre terroristas y medios: Los mensajes de la banda calan en sus seguidores en mensajes que van dirigidos a distintos públicos: Creación de sentimiento de terror para la Opinión Pública, afianzamiento de su discurso y consumo de su imagen como ídolos (de cara a su Base Social).
Conocer a los grupos terroristas para adoptar la línea editorial adecuada (postura ecléctica). La necesidad de una política editorial concreta se logra a través de un código deontológico, para evitar lo que, según Brigitte Nacos (“Terrorismo Massmediático”) define como Cobertura sensacionalista de los medios de comunicación acerca de las acciones terroristas (se informa sobre los atentados, pero sin tener en cuenta las medidas antiterroristas).
Tal como lo dice Pérez del Pozo, la relación que existe entre medios de comunicación y terrorismo es parasitaria –una vive gracias a la otra–, pues los medios de comunicación siempre han hecho eco de las acciones de terror, como en ocasiones en que grupos subversivos de Medio Oriente sacrificaron a varios de los rehenes que tenían encarcelados para hacer llegar su mensaje de “paz islamista”, acusando a Estados Unidos de ser el responsables de aquellas muertes que perpetraban, sin embargo… manos ajenas. Y no encuentran mejor forma de difundirlo e invadir de terror al pueblo que grabando aquellos asesinatos y colgándolos en la Web, donde se haría uso masivo y exagerado de aquellas imágenes.
También, por ejemplo, se ha llegado a dar una cobertura casi benevolente sobre ETA[3], y casi a expresar simpatía hacia el EZLN[4]. Sin embargo, respecto a la banda vasca, ha ido modificando su postura desde el 11 de Septiembre, principalmente debido a las nuevas normas jurídicas (de alcance internacional) y a la adaptación de la legislación antiterrorista que los estados realizan en función de sus propios intereses, utilizando el terrorismo como excusa para acabar con sus enemigos internos.
Ahora, en esta relación parasitaria de los medios de comunicación y terrorismo, deberíamos preguntarnos ¿quién se beneficia de quién? y ¿quién es el que sale perjudicado en esta relación parasitaria?
Pues bien, por mucho tiempo y muy ciegamente, el terrorismo ha sido un pequeño actor, lleno de violencia y destrucción que, gracias a los medios de comunicación, fue creciendo en popularidad y haciéndose más conocido, pasando de ser casi un “extra” en esta película llamada realidad, hasta convertirse en la estrella de esta “trama”, convirtiéndose en el centro de atención gracias a los medios de comunicación, que sin ellos, talvez –sólo talvez– no habrían adquirido tanto protagonismo, y más aún, no habrían adquirido tanto poder.
Hasta ahora, los medios de comunicación han sido quienes brindaron oportunidad a esta institución del terrorismo[5], sin embargo, no nos hemos puesto a pensar de manera más sensata que, es posible que haya sido el terrorismo quien dio esa gota de protagonismo más circunspecta a los medios de comunicación.
Por otro lado, el exacerbado sensacionalismo, arreció con fuerza en los medios de comunicación. Es probable que los actores terroristas también hayan podido servir de trampolín a los medios de comunicación, dado que éstos casi siempre eran los primeros conocedores de los lugares en que el terrorismo golpearía con su martillo de violencia, y se encargaban –los medios de comunicación– de invadir el mercado –ya aterrado y en constante sobresalto– de información sobre el siguiente golpe terrorista, o en muchos casos, de exagerar la situación real… Por ello es que repito estas preguntas: ¿quién se beneficia de quién? y ¿quién es el que sale perjudicado en esta relación parasitaria? Saquen ustedes mismos sus propias conclusiones de acuerdo a su conocimiento histórico.
Casi con la misma intencionalidad y confirmando en algo esta hipótesis, los medios no serian los únicos que hayan ayudado al terrorismo en su nacimiento y –muy posiblemente– a extender su brazo armado.
Como se dijo al inicio de este trabajo, la relación existente entre los medios de comunicación y terrorismo es parasitaria, afirmación que realiza Pérez del Pozo con magistral ecuanimidad. Sin embargo, Wieviorka asocia esta relación a una relación simbiótica –intereses recíprocos–… “Los terroristas proporcionan a los medios de comunicación el espectáculo que éstos necesitan para satisfacer a su audiencia, espectáculo sumamente atractivo que incluye sangre, misterio, sucesos e información política, buenos y malos”.
Indiscriminadamente, la relación entre “el terror y la comunicación” dio por iniciado un juego en el que supuestamente ambos serían beneficiados; sin embargo, y a paso lento, el terrorismo fue ganando terreno y poder en esta relación que, no se desaprovecharía para hacer llegar a todas las clases sociales sus mensajes de insana dominación.
Pero, ¿por qué los medios de comunicación decidieron abrirse paso al lado del terrorismo? No olvidemos que si un medio de comunicación no tiene sus principios sumamente sólidos, será fácil, pues, para una organización de poder y terror entrar en su mente y manipularla a su antojo, hasta el punto de hacer creer que los beneficios son mutuos… De esta manera, la Independencia periodística queda rezagada, convirtiéndose con el tiempo en algo nulo e inexistente.
Los Medios de Comunicación se han vuelto en caja de resonancia de los actos terroristas, haciendo más fácil y de conocimiento del pueblo sus intenciones, creando solamente caos, miedo y desconfianza. Y es precisamente esta nueva actitud lo que pone en tela de juicio los principales axiomas del terrorismo en el ámbito internacional.
De manera más sentenciosa y castigadora, Mª José Pérez del Pozo, en Terrorismo y Medios de Comunicación[2], nos aclara la existencia de dos posicionamientos en la relación entre Medios de Comunicación y Grupos Terroristas:
La magnificación de los atentados es reprimible con una legislación restrictiva, lo que provoca, sin embargo, escaladas terroristas y atentados con mayor nivel de espectacularidad y victimización. Aquí encontramos una relación parasitaria entre terroristas y medios: Los mensajes de la banda calan en sus seguidores en mensajes que van dirigidos a distintos públicos: Creación de sentimiento de terror para la Opinión Pública, afianzamiento de su discurso y consumo de su imagen como ídolos (de cara a su Base Social).
Conocer a los grupos terroristas para adoptar la línea editorial adecuada (postura ecléctica). La necesidad de una política editorial concreta se logra a través de un código deontológico, para evitar lo que, según Brigitte Nacos (“Terrorismo Massmediático”) define como Cobertura sensacionalista de los medios de comunicación acerca de las acciones terroristas (se informa sobre los atentados, pero sin tener en cuenta las medidas antiterroristas).
Tal como lo dice Pérez del Pozo, la relación que existe entre medios de comunicación y terrorismo es parasitaria –una vive gracias a la otra–, pues los medios de comunicación siempre han hecho eco de las acciones de terror, como en ocasiones en que grupos subversivos de Medio Oriente sacrificaron a varios de los rehenes que tenían encarcelados para hacer llegar su mensaje de “paz islamista”, acusando a Estados Unidos de ser el responsables de aquellas muertes que perpetraban, sin embargo… manos ajenas. Y no encuentran mejor forma de difundirlo e invadir de terror al pueblo que grabando aquellos asesinatos y colgándolos en la Web, donde se haría uso masivo y exagerado de aquellas imágenes.
También, por ejemplo, se ha llegado a dar una cobertura casi benevolente sobre ETA[3], y casi a expresar simpatía hacia el EZLN[4]. Sin embargo, respecto a la banda vasca, ha ido modificando su postura desde el 11 de Septiembre, principalmente debido a las nuevas normas jurídicas (de alcance internacional) y a la adaptación de la legislación antiterrorista que los estados realizan en función de sus propios intereses, utilizando el terrorismo como excusa para acabar con sus enemigos internos.
Ahora, en esta relación parasitaria de los medios de comunicación y terrorismo, deberíamos preguntarnos ¿quién se beneficia de quién? y ¿quién es el que sale perjudicado en esta relación parasitaria?
Pues bien, por mucho tiempo y muy ciegamente, el terrorismo ha sido un pequeño actor, lleno de violencia y destrucción que, gracias a los medios de comunicación, fue creciendo en popularidad y haciéndose más conocido, pasando de ser casi un “extra” en esta película llamada realidad, hasta convertirse en la estrella de esta “trama”, convirtiéndose en el centro de atención gracias a los medios de comunicación, que sin ellos, talvez –sólo talvez– no habrían adquirido tanto protagonismo, y más aún, no habrían adquirido tanto poder.
Hasta ahora, los medios de comunicación han sido quienes brindaron oportunidad a esta institución del terrorismo[5], sin embargo, no nos hemos puesto a pensar de manera más sensata que, es posible que haya sido el terrorismo quien dio esa gota de protagonismo más circunspecta a los medios de comunicación.
Por otro lado, el exacerbado sensacionalismo, arreció con fuerza en los medios de comunicación. Es probable que los actores terroristas también hayan podido servir de trampolín a los medios de comunicación, dado que éstos casi siempre eran los primeros conocedores de los lugares en que el terrorismo golpearía con su martillo de violencia, y se encargaban –los medios de comunicación– de invadir el mercado –ya aterrado y en constante sobresalto– de información sobre el siguiente golpe terrorista, o en muchos casos, de exagerar la situación real… Por ello es que repito estas preguntas: ¿quién se beneficia de quién? y ¿quién es el que sale perjudicado en esta relación parasitaria? Saquen ustedes mismos sus propias conclusiones de acuerdo a su conocimiento histórico.
Casi con la misma intencionalidad y confirmando en algo esta hipótesis, los medios no serian los únicos que hayan ayudado al terrorismo en su nacimiento y –muy posiblemente– a extender su brazo armado.
Como se dijo al inicio de este trabajo, la relación existente entre los medios de comunicación y terrorismo es parasitaria, afirmación que realiza Pérez del Pozo con magistral ecuanimidad. Sin embargo, Wieviorka asocia esta relación a una relación simbiótica –intereses recíprocos–… “Los terroristas proporcionan a los medios de comunicación el espectáculo que éstos necesitan para satisfacer a su audiencia, espectáculo sumamente atractivo que incluye sangre, misterio, sucesos e información política, buenos y malos”.
Indiscriminadamente, la relación entre “el terror y la comunicación” dio por iniciado un juego en el que supuestamente ambos serían beneficiados; sin embargo, y a paso lento, el terrorismo fue ganando terreno y poder en esta relación que, no se desaprovecharía para hacer llegar a todas las clases sociales sus mensajes de insana dominación.
Pero, ¿por qué los medios de comunicación decidieron abrirse paso al lado del terrorismo? No olvidemos que si un medio de comunicación no tiene sus principios sumamente sólidos, será fácil, pues, para una organización de poder y terror entrar en su mente y manipularla a su antojo, hasta el punto de hacer creer que los beneficios son mutuos… De esta manera, la Independencia periodística queda rezagada, convirtiéndose con el tiempo en algo nulo e inexistente.